martes, septiembre 20, 2005

El Factor X de la humillación

Por José Fernando Bonilla (Critico)

Dentro de los muchos formatos de realities que se han producido en Colombia, el más reciente y de mayor acogida entre el público es uno cuyo objetivo es descubrir nuevos talentos musicales. La idea es fantástica: gana el concursante, pues tiene la oportunidad de forjarse una carrera como cantante; gana el productor artístico y por supuesto también gana el canal de televisión que además de invertir en recursos para descubrir a las estrellas musicales del futuro, alimenta con sangre nueva la alicaída productora musical que es propiedad del mismo dueño del canal.
En diferentes ciudades del país, el canal viene haciendo audiciones a más de 45 mil candidatos, en su mayoría aficionados al canto. Unos cuantos son personas que tienen alguna experiencia en el campo musical. En las audiciones se está escogiendo un número determinado para que viajen a Bogotá a seguir concursando. Luego se identifican los finalistas en varias categorías y los ganadores son educados, asesorados y apadrinados por artistas profesionales para que eventualmente lleguen a ser cantantes profesionales y cumplan con sus sueños artísticos en la productora discográfica del canal.
Las audiciones son realizadas por un jurado compuesto por tres personas: dos cantantes de relativa fama y un productor musical. Ahí surge una pregunta: ¿cómo pueden tres personas hacer una selección adecuada si tienen que escuchar a 45 mil?. Pero asumamos que tienen la capacidad de ser objetivos al tener que oír esa inmensa cantidad de gente: ¿Será que la fatiga de tener solo un día para escuchar a todos los aspirantes no predispone al jurado al momento de tomar la decisión y emitir sus conceptos?.
Los aspirantes deben tratar de convencer al jurado de que tienen la capacidad, el talento y hasta las ganas de ser cantantes. Lo que no saben de antemano es que deben someterse a un calvario de burlas, mofas, risas y comentarios irónicos y degradantes por parte del jurado.
En este proceso se han escuchado frases como:
“Parece cantando en la sala de su casa”.
“Ese coro es realmente desastroso”.
“Usted no tiene voz para esto”.
“Hace falta más que actitud”.
“No me causó ninguna sensación”
“Me hizo distraer por lo aburrido”.
Estos son solo algunos de los juicios que tienen que soportar los concursantes. Otra veces, los participantes deben presenciar agrios debates entre los jurados, porque supuestamente son “autoridades” en el ritmo musical en el que trabajan y no permiten que el otro opine sobre la presentación del aspirante. Como si fuera poco, la única integrante femenina del jurado no tiene ningún problema en “devorar” con la mirada a los concursantes de género masculino que tienen alguna simpatía. ¿Es realmente necesaria esa humillación? Lo cierto es que cada noche en la televisión colombiana se ven decenas de carreras truncadas, jóvenes con sueños que padecen la decepción de un juicio sumario y, por supuesto, lágrimas de rabia y frustración.
Es cierto que todo artista debe pasar por muchas situaciones incómodas antes de triunfar (si es que alguna vez lo logra). Muchos rechazos, muchos no, muchos comentarios negativos; pero una cosa es una audición privada y otra muy distinta una humillación pública en un programa que tiene un rating de 35 puntos.
Hay maneras de decir las cosas: una crítica constructiva es siempre bienvenida. De igual forma, los consejos son necesarios. Pero jugar con la dignidad de alguien que trata de surgir en una profesión no es la mejor forma de ganar audiencia.
Los ilustres miembros del jurado de Factor X del canal RCN y de la productora RCN Music (antigua Sonolux) deberían recordar las penurias por las que pasaron antes de ser famosos. ¿O será que Juan Carlos Coronell, Marbele y Jose Gaviria tuvieron que sufrir miles de humillaciones y están ejerciendo un acto de venganza con la vida?
Sería fabuloso que dentro de poco tiempo algunas de las personas humilladas y rechazadas alcanzaran la fama, como lo hizo un grupo al que los más ilustres productores musicales de su época rechazaron por falta de talento. Todavía (si es que aún viven) deben recordar con remordimiento el día que dijeron que The Beatles jamás sería un grupo musical famoso y exitoso.
American Idol
Contribución de Ricardo Sánchez
En una de las ediciones del programa American Idol se presentó a concursar un muchacho chino con una apariencia bastante peculiar por su manera de vestir y con muy poco talento para cantar. Resulta que el señor Simon Cowell, uno de los jueces del programa y famoso por sus comentarios rudos, se burló del muchacho (pueden ver el video aqui) y aún así terminó siendo una súper estrella. Es que el tipo es tan malo para cantar y bailar, que resulta súper divertido. Con decirles que terminó firmando más contratos que los propios concursantes que sí ganaron en el programa.

martes, septiembre 13, 2005

Responsabilidad humana

Por José Fernando Bonilla - Crítico

El informe de Desarrollo Humano 2005 muestra resultados realmente sorprendentes. Además de contener una importante recopilación de información acerca de la situación en la que está la humanidad, este documento de 418 páginas confirma algo que muchos pensadores, escritores y filósofos han manifestado a través de los siglos: el ser humano es totalmente irresponsable con su especie.
Llama la atención por ejemplo, que en Noruega, el país con el índice de desarrollo humano más alto, el 10% más rico de la población tiene una participación en el ingreso y el consumo del 23,4%, en tanto que en Níger ese porcentaje es del 35,4%. Esto significa que mientras en Noruega una amplia mayoría de la población tiene acceso al ingreso y por ende al consumo, en Níger tanto lo uno como lo otro están concentrados en un reducido porcentaje de la población. Pero es peor si analizamos el coeficiente de GINI: 25,8 para Noruega y 50,5 paraq Níger. (En este coeficiene se mide el grado de igualdad entre los ciudadanos, 0 es igualdad perfecta y 100 es desigualdad perfecta). En cuanto a Colombia, el informe la ubica dentro de los países con desarrollo humano medio, en la poco honrosa posición 69, y un coeficiente GINI de 57,6. La brecha entre ricos y pobres es asombrosamente alta. Insisto, que los ricos tengan mucho dinero no es el problema, la cosa es que los pobres viven (sobreviven) con unos ingresos paupérrimos.
Así mismo, el informe menciona que el mundo ha mejorado en ciertos aspectos, pero no lo suficiente para cantar victoria. Claro, ¡siempre queda espacio para mejorar!. Pero lo realmente preocupante es que los países ricos son cada vez más ricos y los pobres se sumergen cada día más en la miseria. No es que sea malo que los más ricos crezcan: Por el contrario, lo terrible es que los pobres NO muestran señales de mejoría, pues lo ideal sería que el crecimiento fuera generalizado.
Otro punto interesante es que en el informe se encuentran características comunes entre los países que ocupan los primeros lugares de esa clasificación: democracia verdadera, apertura de mercado, bajos índices de corrupción y libertad de empresa. Si a ellos las cosas les funcionan, y bien, ¿por qué no los imitamos?
Pero bueno, el sentido de este escrito no era mostrar estadísticas sino lanzar una teoría que denominaré la “teoría de la responsabilidad humana”: “Si los humanos fueran responsables con su especie, no existiría pobreza en el planeta”. ¿Alguien se ha puesto a pensar que en Estados Unidos lanzan campañas para controlar y reducir la obesidad mientras que en el África Subsahariana mueren cientos de personas al día debido a la inanición? ¿A alguien le importa que con lo que se invierte en un misil balístico intercontinental comerían miles de niños?. Los ejemplos son infinitos.
Claro no faltará el que diga que cada país es responsable y dueño de su propio destino y que no tiene porqué importarle lo que le ocurra a los demás. Tampoco faltará aquél que diga que la teoría es facilista, simple o que es de mero sentido común. Lamentablemente el ser humano olvidó que el vecino es un congénere, que a veces necesita ayuda y que si podemos, estamos en la obligación de brindarla.
Mientras no haya un cambio de conciencia y no se tengan objetivos de desarrollo que incluyan a todas las naciones del mundo, seguiremos recibiendo reportes llenos de cifras negativas.
A mi no importa que Colombia ocupe la posición 69, la segunda o la 170, siempre y cuando no haya miseria, pobreza, desigualdad y sufrimiento. Todos queremos un país libre, en paz y con oportunidades para cada individuo. Lo que más me duele es que teniendo los recursos y el deseo de superación, no podamos hacerlo. Lo único cierto es que una actitud negativa y de crítica destructiva permanente no ayuda para nada, excepto tal vez para mantenernos en el número 69, o peor, bajar al 170.

miércoles, septiembre 07, 2005

¿Cómo lograr un crecimiento del 4% anual?: Economía 101

Por Crítico.
Los más insignes economistas y expertos en finanzas del país han llegado a una conclusión: si la economía no crece a un ritmo superior al 4% anual, nunca saldremos de la olla. Yo estoy de acuerdo con esa conclusión; el problema es que la he escuchado por más de tres décadas. O sea, todos sabemos lo que tenemos que hacer, pero no cómo hacerlo. Al menos no ha nacido el primer genio en Colombia que nos lo diga, y que además lo que diga funcione.
Repasemos algunos conceptos básicos de economía:

Producto Interno Bruto (PIB): el valor de la producción de bienes y servicios de un país.
Producción: lo que se fabrica, produce, procesa, transforma y elabora; en el caso de servicios lo que se crea.
Ventas: intercambio de bienes y servicios por otros bienes y servicios.
Exportación: ventas que un país efectúa a otro país.
Ingreso per Cápita: Total del PIB dividido entre el total de almas del país.
Consumo: adquisición, compra, uso, de bienes y servicios.

El crecimiento económico de una nación depende del incremento del Producto Interno Bruto y éste está ligado al aumento de la producción, la cual está directamente relacionada con el consumo de los bienes y servicios producidos. Nada hacen las empresas si no venden lo que producen. Y es una realidad que los consumidores colombianos no son exactamente potentados que pueden darse el lujo de comprar lo que se les antoja.
El ingreso promedio de los colombianos no se puede aumentar mediante un simple decreto. El consumo local tampoco. Queda una alternativa: vender a otros países, lo que necesariamente aumenta la producción y por ende permite el crecimiento del PIB. Léase, exportar. Chile, Nueva Zelanda e Irlanda, por mencionar algunos casos, son ejemplo claro de altos índices de crecimiento gracias al incremento de sus exportaciones. Pero hay un componente adicional: estos países no se concentran en bienes y servicios fácilmente imitables, sino que apostaron por la especialización y el valor agregado. Y les funcionó.
El Estado debe crear un ambiente propicio para las exportaciones, reducir trámites, facilitar el flujo de divisas (obvio, sin descuidar las leyes que evitan el lavado de dinero), modernizar puertos marítimos y aéreos, mejorar la infraestructura vial, aumentar el número de oficinas comerciales que deben ser manejadas por funcionarios idóneos y lograr mayor inversión extranjera. Además, es necesario facilitar el desplazamiento de los colombianos por el mundo.
Por su parte, los empresarios deben ser más creativos, ofrecer nuevos productos y servicios, modernizar sus empresas y prepararse para una lucha a brazo partido con la competencia internacional. Hay mucho por hacer, ¿lo estamos haciendo o esperaremos como siempre hasta el último momento? ¿vamos a seguir criticando y quejándonos o mejor nos ponemos a trabajar? ¿seguiremos copiando o vamos a innovar, a crear alternativas?.
Y hablando de inversión extranjera, no olvidemos que la falta de seguridad en Colombia ha sido un factor determinante de los bajos niveles de flujo de dinero hacia el país. Y todos sabemos de dónde viene esa inseguridad. Lo fregado es que mientras no haya seguridad, no hay inversión y seguiremos con esos paupérrimos crecimientos de máximo 4%, y eso si nos va bien. A mi me huele que el Presidente Uribe fue aplicado en sus clases de economía y le apostó a una sencilla fórmula:

Seguridad=Inversión=Crecimiento=Reducción de Pobreza. No hay de otra.

Finalmente, cuando conjugué verbos en tercera persona, debí hacerlo en primera. Todos somos dueños de esta empresa llamada Colombia.