Por Crítico.
Siempre he sostenido que un Estado debe manejarse como una empresa. Recalco: El Estado, con sus tres elementos básicos: población, territorio y poder político, éste último definido y controlado a través del sistema de gobierno escogido por la población. Es necesario diferenciar al Estado del gobierno. No son lo mismo a pesar de que muchas veces caemos en el error de tratar los términos de manera indistinta. También olvidamos que nosotros, la población, uno de los componentes del Estado, somos los responsables directos del manejo del mismo. ¿Acaso no somos los dueños?
Como toda empresa, un Estado debe tener una meta, unos objetivos, una visión y una misión, que en resumen conforman el mapa estratégico del Estado. Y ese documento existe en Colombia: “Visión Colombia II centenario: 2019”, un documento que ayuda a entender la ruta que el gobierno ha trazado para el país. Ojalá lo leyeran todos los colombianos. Es más, el Estado debería divulgarlo en forma masiva. Que conste, dije el Estado.
Uno de los mecanismos que utiliza cualquier empresa para su posicionamiento es el logo. El lanzamiento de un logosímbolo es de los asuntos más complejos en el mundo de la publicidad. No existe el primer logo que sea aceptado por unanimidad y siempre surgen los cuestionamientos y los que detectan simbolismos diferentes a los que pretendían sus autores.
Básicamente en la actualidad un logosímbolo busca expresar gráficamente una serie de conceptos, valores e ideas sobre una marca o empresa, comunicando elementos positivos.
Hace pocos días fue lanzado el logosímbolo de nuestro país: con el eslogan de Colombia es pasión, la estrategia intenta difundir elementos de comunicación positiva de los valores que se destacan en la nación.
En la presentación, el director de Proexport, Luis Guillermo Plata, aseguró que “esta campaña busca consolidar nuestra imagen de país apasionado por todo lo que hacemos, para sorprender al mundo entero y así atraer inversionistas, turistas y mejorar la acogida de nuestros productos de exportación”.
La campaña, cuyo costo es de 10 mil millones de pesos, financiados en casi su totalidad por el sector privado, busca tener un manejo empresarial de Colombia, como una marca para ser vendida en el exterior. Además, según el director de Proexport, después de varias sesiones de grupo y de entrevistas a profundidad realizadas en Colombia y en Estados Unidos se concluyó que la condición que constituye el denominador común en los colombianos es la pasión.
La estrategia Marca País ya ha sido utilizada en Argentina, Costa Rica, Irlanda, Australia y Nueva Zelanda; que han incorporado dicha estrategia para cambiar la percepción de sus países y ponerlos de moda.
Es posible que muchos colombianos no sintamos identidad ni con el logosímbolo ni con el eslogan. Pero es un avance: tener la intención de fortalecer a Colombia como empresa es un logro importante, pues si algo necesita el país es esa visión empresarial que busque conquistar nuevos mercados, seducir la fidelidad de sus compradores y neutralizar, por lo pronto, la imagen negativa que se tiene de Colombia en el exterior.
En síntesis: lo importante no es que nos guste o no la “imagen corporativa” de Colombia, pues hemos trabajado en muchas empresas cuyos símbolos son sencillamente detestables: pero igual, le hemos entregado a esas empresas mucho de nuestras vidas y de nuestros talentos.
Y me alegra sobremanera que haya gente en Colombia que está viendo al país como lo que es: una gran empresa que tiene mucho por hacer para alcanzar sus metas, con recursos limitados, cierto, pero con uno que tenemos los colombianos: pasión. Así sea para criticar, pero hasta eso se hace apasionadamente en esta nación.
Como toda empresa, un Estado debe tener una meta, unos objetivos, una visión y una misión, que en resumen conforman el mapa estratégico del Estado. Y ese documento existe en Colombia: “Visión Colombia II centenario: 2019”, un documento que ayuda a entender la ruta que el gobierno ha trazado para el país. Ojalá lo leyeran todos los colombianos. Es más, el Estado debería divulgarlo en forma masiva. Que conste, dije el Estado.
Uno de los mecanismos que utiliza cualquier empresa para su posicionamiento es el logo. El lanzamiento de un logosímbolo es de los asuntos más complejos en el mundo de la publicidad. No existe el primer logo que sea aceptado por unanimidad y siempre surgen los cuestionamientos y los que detectan simbolismos diferentes a los que pretendían sus autores.
Básicamente en la actualidad un logosímbolo busca expresar gráficamente una serie de conceptos, valores e ideas sobre una marca o empresa, comunicando elementos positivos.
Hace pocos días fue lanzado el logosímbolo de nuestro país: con el eslogan de Colombia es pasión, la estrategia intenta difundir elementos de comunicación positiva de los valores que se destacan en la nación.
En la presentación, el director de Proexport, Luis Guillermo Plata, aseguró que “esta campaña busca consolidar nuestra imagen de país apasionado por todo lo que hacemos, para sorprender al mundo entero y así atraer inversionistas, turistas y mejorar la acogida de nuestros productos de exportación”.
La campaña, cuyo costo es de 10 mil millones de pesos, financiados en casi su totalidad por el sector privado, busca tener un manejo empresarial de Colombia, como una marca para ser vendida en el exterior. Además, según el director de Proexport, después de varias sesiones de grupo y de entrevistas a profundidad realizadas en Colombia y en Estados Unidos se concluyó que la condición que constituye el denominador común en los colombianos es la pasión.
La estrategia Marca País ya ha sido utilizada en Argentina, Costa Rica, Irlanda, Australia y Nueva Zelanda; que han incorporado dicha estrategia para cambiar la percepción de sus países y ponerlos de moda.
Es posible que muchos colombianos no sintamos identidad ni con el logosímbolo ni con el eslogan. Pero es un avance: tener la intención de fortalecer a Colombia como empresa es un logro importante, pues si algo necesita el país es esa visión empresarial que busque conquistar nuevos mercados, seducir la fidelidad de sus compradores y neutralizar, por lo pronto, la imagen negativa que se tiene de Colombia en el exterior.
En síntesis: lo importante no es que nos guste o no la “imagen corporativa” de Colombia, pues hemos trabajado en muchas empresas cuyos símbolos son sencillamente detestables: pero igual, le hemos entregado a esas empresas mucho de nuestras vidas y de nuestros talentos.
Y me alegra sobremanera que haya gente en Colombia que está viendo al país como lo que es: una gran empresa que tiene mucho por hacer para alcanzar sus metas, con recursos limitados, cierto, pero con uno que tenemos los colombianos: pasión. Así sea para criticar, pero hasta eso se hace apasionadamente en esta nación.