Los más insignes economistas y expertos en finanzas del país han llegado a una conclusión: si la economía no crece a un ritmo superior al 4% anual, nunca saldremos de la olla. Yo estoy de acuerdo con esa conclusión; el problema es que la he escuchado por más de tres décadas. O sea, todos sabemos lo que tenemos que hacer, pero no cómo hacerlo. Al menos no ha nacido el primer genio en Colombia que nos lo diga, y que además lo que diga funcione.
Repasemos algunos conceptos básicos de economía:
Repasemos algunos conceptos básicos de economía:
Producto Interno Bruto (PIB): el valor de la producción de bienes y servicios de un país.
Producción: lo que se fabrica, produce, procesa, transforma y elabora; en el caso de servicios lo que se crea.
Ventas: intercambio de bienes y servicios por otros bienes y servicios.
Exportación: ventas que un país efectúa a otro país.
Ingreso per Cápita: Total del PIB dividido entre el total de almas del país.
Consumo: adquisición, compra, uso, de bienes y servicios.
El crecimiento económico de una nación depende del incremento del Producto Interno Bruto y éste está ligado al aumento de la producción, la cual está directamente relacionada con el consumo de los bienes y servicios producidos. Nada hacen las empresas si no venden lo que producen. Y es una realidad que los consumidores colombianos no son exactamente potentados que pueden darse el lujo de comprar lo que se les antoja.
El ingreso promedio de los colombianos no se puede aumentar mediante un simple decreto. El consumo local tampoco. Queda una alternativa: vender a otros países, lo que necesariamente aumenta la producción y por ende permite el crecimiento del PIB. Léase, exportar. Chile, Nueva Zelanda e Irlanda, por mencionar algunos casos, son ejemplo claro de altos índices de crecimiento gracias al incremento de sus exportaciones. Pero hay un componente adicional: estos países no se concentran en bienes y servicios fácilmente imitables, sino que apostaron por la especialización y el valor agregado. Y les funcionó.
El Estado debe crear un ambiente propicio para las exportaciones, reducir trámites, facilitar el flujo de divisas (obvio, sin descuidar las leyes que evitan el lavado de dinero), modernizar puertos marítimos y aéreos, mejorar la infraestructura vial, aumentar el número de oficinas comerciales que deben ser manejadas por funcionarios idóneos y lograr mayor inversión extranjera. Además, es necesario facilitar el desplazamiento de los colombianos por el mundo.
Por su parte, los empresarios deben ser más creativos, ofrecer nuevos productos y servicios, modernizar sus empresas y prepararse para una lucha a brazo partido con la competencia internacional. Hay mucho por hacer, ¿lo estamos haciendo o esperaremos como siempre hasta el último momento? ¿vamos a seguir criticando y quejándonos o mejor nos ponemos a trabajar? ¿seguiremos copiando o vamos a innovar, a crear alternativas?.
Y hablando de inversión extranjera, no olvidemos que la falta de seguridad en Colombia ha sido un factor determinante de los bajos niveles de flujo de dinero hacia el país. Y todos sabemos de dónde viene esa inseguridad. Lo fregado es que mientras no haya seguridad, no hay inversión y seguiremos con esos paupérrimos crecimientos de máximo 4%, y eso si nos va bien. A mi me huele que el Presidente Uribe fue aplicado en sus clases de economía y le apostó a una sencilla fórmula:
Seguridad=Inversión=Crecimiento=Reducción de Pobreza. No hay de otra.
Finalmente, cuando conjugué verbos en tercera persona, debí hacerlo en primera. Todos somos dueños de esta empresa llamada Colombia.