Por Crítico
Un amigo me decía: “la plata está en la basura”. Es que son tantas cosas que se pueden hacer con los desechos de una ciudad, que el dinero que se entierra en los botaderos de basura es un verdadero desperdicio.
Desde hace varios lustros, los suecos descubrieron que un buen negocio es la basura. Aunque no es exportable, ni limpia, ni agradable, los suecos han desarrollado tecnologías para aprovechar al máximo los desperdicios domésticos y comerciales. El mejor argumento de venta de esas tecnologías es que Estocolmo, la capital de Suecia, produce diariamente cerca de 5 mil toneladas de basura las cuales, una vez procesadas, quedan reducidas a poco más de 6 toneladas para el relleno sanitario.
Es que prácticamente todo sirve: además de los elementos que se reciclan (vidrio, papel, cartón, latas y plásticos) los desechos son útiles en diferentes procesos. Hasta el papel de baño, con un tratamiento mínimo, es utilizable en abono.
Además, desde hace años, en Colombia los desperdicios orgánicos son útiles para la generación de energía: con un sistema llamado biodigestores, las cáscaras de frutas, las frutas descompuestas, sobras de comida, etc., son tratados con unas cantidades precisas de agua y, unas semanas después, esos biodigestores producen gas. Cuando el contenido ya ha sufrido un alto proceso de descomposición, los abonos obtenidos de alta calidad, son apreciados por la agroindustria en general. Esta experiencia la vienen adelantando con éxito en regiones pequeñas del Meta, Risaralda, Quindío y Caldas.
Entonces, ¿porqué en las grandes ciudades de Colombia seguimos enterrando el dinero en basureros? La situación que se está presentando en el relleno sanitario Doña Juana en Bogotá es crítica, pues el sitio tiene que absorber la basura de la mayoría de municipios de Cundinamarca, debido a una resolución de la Corporación Autónoma Regional CAR que clausuró los basureros en dichos municipios.
Hasta ayer, el botadero departamental era el de Mondoñedo, que decidieron cerrarlo para adecuarlo y, en cuatro meses (según el tiempo oficial que nunca se cumple) inaugurarán el relleno sanitario Nuevo Mondoñedo, cerca de la población de Bojacá, Cundinamarca.
Pero el caos se vivió hoy, cuando los camiones de basura llegaron a Mondoñedo y encontraron la puerta cerrada. Después recorrieron varios kilómetros hasta Doña Juana y ¡Oh sorpresa! No había acuerdo entre el Distrito y los municipios para utilizar el relleno sanitario capitalino. ¿Porqué no esperaron a tener listo el nuevo relleno sanitario de Cundinamarca para cerrar los botaderos municipales? Improvisación. Simple improvisación, típica del “precavido” gobernador Pablo Ardila.
Es que la basura hay que tomarla en serio, pues el relleno de Doña Juana está ubicado en terrenos muy productivos y tiene cerca de miles de personas que viven en el barrio El Mochuelo, quienes tienen que soportar los fétidos olores del basurero y también saben perfectamente que Doña Juana es una bomba de tiempo, pues muchos recuerdan que en 1995 ese mismo botadero explotó por acumulación de gases. Tanto es el malestar, que ya interpusieron una acción popular para obligar al cierre definitivo de Doña Juana. ¿Si logran cerrarlo, a dónde van a depositar las 6 mil toneladas de basura capitalina?Ya es hora de explotar adecuadamente esta fuente de empleos y de recursos. Es el momento de escuchar las propuestas suecas sobre el aprovechamiento de las basuras. Llegó la oportunidad para ver la experiencia argentina en el campo del reciclaje de pilas, industria que está funcionando muy bien y que incluso recibe toneladas de pilas de países cercanos. Ojalá, por lo menos con la basura, la corrupción no se entrometa porque es un buen negocio que, aunque huele mal, es rentable, responsable con el medio ambiente y genera empleo sobre todo en los estratos menos favorecidos de la sociedad.
Un amigo me decía: “la plata está en la basura”. Es que son tantas cosas que se pueden hacer con los desechos de una ciudad, que el dinero que se entierra en los botaderos de basura es un verdadero desperdicio.
Desde hace varios lustros, los suecos descubrieron que un buen negocio es la basura. Aunque no es exportable, ni limpia, ni agradable, los suecos han desarrollado tecnologías para aprovechar al máximo los desperdicios domésticos y comerciales. El mejor argumento de venta de esas tecnologías es que Estocolmo, la capital de Suecia, produce diariamente cerca de 5 mil toneladas de basura las cuales, una vez procesadas, quedan reducidas a poco más de 6 toneladas para el relleno sanitario.
Es que prácticamente todo sirve: además de los elementos que se reciclan (vidrio, papel, cartón, latas y plásticos) los desechos son útiles en diferentes procesos. Hasta el papel de baño, con un tratamiento mínimo, es utilizable en abono.
Además, desde hace años, en Colombia los desperdicios orgánicos son útiles para la generación de energía: con un sistema llamado biodigestores, las cáscaras de frutas, las frutas descompuestas, sobras de comida, etc., son tratados con unas cantidades precisas de agua y, unas semanas después, esos biodigestores producen gas. Cuando el contenido ya ha sufrido un alto proceso de descomposición, los abonos obtenidos de alta calidad, son apreciados por la agroindustria en general. Esta experiencia la vienen adelantando con éxito en regiones pequeñas del Meta, Risaralda, Quindío y Caldas.
Entonces, ¿porqué en las grandes ciudades de Colombia seguimos enterrando el dinero en basureros? La situación que se está presentando en el relleno sanitario Doña Juana en Bogotá es crítica, pues el sitio tiene que absorber la basura de la mayoría de municipios de Cundinamarca, debido a una resolución de la Corporación Autónoma Regional CAR que clausuró los basureros en dichos municipios.
Hasta ayer, el botadero departamental era el de Mondoñedo, que decidieron cerrarlo para adecuarlo y, en cuatro meses (según el tiempo oficial que nunca se cumple) inaugurarán el relleno sanitario Nuevo Mondoñedo, cerca de la población de Bojacá, Cundinamarca.
Pero el caos se vivió hoy, cuando los camiones de basura llegaron a Mondoñedo y encontraron la puerta cerrada. Después recorrieron varios kilómetros hasta Doña Juana y ¡Oh sorpresa! No había acuerdo entre el Distrito y los municipios para utilizar el relleno sanitario capitalino. ¿Porqué no esperaron a tener listo el nuevo relleno sanitario de Cundinamarca para cerrar los botaderos municipales? Improvisación. Simple improvisación, típica del “precavido” gobernador Pablo Ardila.
Es que la basura hay que tomarla en serio, pues el relleno de Doña Juana está ubicado en terrenos muy productivos y tiene cerca de miles de personas que viven en el barrio El Mochuelo, quienes tienen que soportar los fétidos olores del basurero y también saben perfectamente que Doña Juana es una bomba de tiempo, pues muchos recuerdan que en 1995 ese mismo botadero explotó por acumulación de gases. Tanto es el malestar, que ya interpusieron una acción popular para obligar al cierre definitivo de Doña Juana. ¿Si logran cerrarlo, a dónde van a depositar las 6 mil toneladas de basura capitalina?Ya es hora de explotar adecuadamente esta fuente de empleos y de recursos. Es el momento de escuchar las propuestas suecas sobre el aprovechamiento de las basuras. Llegó la oportunidad para ver la experiencia argentina en el campo del reciclaje de pilas, industria que está funcionando muy bien y que incluso recibe toneladas de pilas de países cercanos. Ojalá, por lo menos con la basura, la corrupción no se entrometa porque es un buen negocio que, aunque huele mal, es rentable, responsable con el medio ambiente y genera empleo sobre todo en los estratos menos favorecidos de la sociedad.